A MODO DE ORAClÓN

        por Antonio González Barnés 

¡Dejadlo caminar!

Que sólo un capote enjugue su sudor ensangrentado.

¡Que cae! Tranquilos. Es su destino.

Está marcado en el albero del Calvario.

El Señor del Gran Poder hace solo y por

nosotros el paseíllo.

Toreros cirineos comparten el peso de su

cruz.

En el tercio, ángeles banderilleros dejan

caer sus lágrimas entre caireles y alamares.

Mientras, el silencio se hace en los tendidos

de todo el mundo.

En la barrera, una Virgen Dolorosa contempla

la escena ahogando entre sus manos

suspiros y gemíos.

Las ovaciones se convierten en plegarias y Él

sigue caminando.

¡Dejadlo caminar!

Cara a cara ante su Padre, solo en el

centro del ruedo, está el Gran Poder, el

Maestro, el Jesús de los Toreros.

¡Dejadlo caminar!

Y en ese momento clave, en el que se decide

el cara y cruz de nuestra fe, mientras de

fondo se escucha la música de una saeta,

decidle:

",No hay muerte tan sin razón

la que anuncia el Viernes de Dolores.

Tú que paseas por Murcia

Cuando más huelen las flores,

Me estás partiendo el corazón"

¡Dejadlo caminar! ¡Dejadlo caminar!

Que a nuestro encuentro viene

el más poderoso de los nazarenos.

Antonio González Barnés